Cosas que no se pueden demostrar

21 julio 2011 por Douglas McEncroe · 0 Comentarios · Liderazgo

Hace un tiempo, una amiga mía que intentaba emigrar al país de su marido tuvo que pasar por un largo proceso para demostrar que su matrimonio era real, que de hecho tenía una relación de amor. En otras palabras, hacer ver que ella y su marido se querían.

¿Cómo se lograr eso? Puedes conseguir que amigos tuyos declaren que os amáis y se pueden hacer todo tipo de trucos increíbles con fotografías de una persona con otra en cualquier lugar y en las poses más románticas. Pero, ¿cómo demuestras de verdad que amas a alguien? Esto me recuerda a la película protagonizada por Jodie Foster y Matthew McConaughey, “Contact”, en la que ella es una científica que se introduce en el mundo de la ciencia inspirada por su padre, con quien había mantenido una relación excepcionalmente estrecha y que había muerto cuando ella era muy joven. El papel de McConaughey es el de un ministro religioso. La relación amorosa era problemática ya que ella no podía comprender su fe porque no existía una prueba empírica que confirmara la existencia de Dios. En una escena magnífica se produce el siguiente diálogo:

Jodie Foster: Simplemente no puedo creer nada que no demuestres que existe.

McConaughey: ¿Amabas a tu padre?

Foster: ¡Por supuesto que sí!

McConaughey: ¡Demuéstralo!

Un salto de fe

Tengo que luchar contra la misma clase de pensamiento en mi trabajo cuando se trata de defender la necesidad de invertir en el desarrollo de las personas que lideran las compañías. Los que cuentan las habas siempre quieren que les des datos concretos que demuestren que una mejor calidad de liderazgo tiene un impacto positivo en la línea de resultados. Pues bien, ¿sabéis qué? No puedo. Algunas firmas de consultoría invierten tiempo y dinero en crear modelos que demuestren el ROI (Rentabilidad sobre las Inversiones) de la formación. Pero con tantas variables que pueden tener un impacto positivo sobre la mejora de los resultados del negocio, ¿cómo podría demostrarse que ha sido gracias a la formación? En realidad, no se puede y es mejor aceptarlo.

Por otra parte, ¿cuántas de las grandes decisiones empresariales que han llevado a un salto cualitativo en la línea de resultados podrían haber tenido lugar si las personas que las tomaron hubieran tenido que aportar pruebas empíricas de que iban a funcionar? Yo diría que no muchas.

Algunas veces, la mayoría de las veces, sólo es necesario un salto de fe, basado en el sentido común, pero un salto de fe al fin y al cabo. ¡Y ese es un buen negocio!

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