Hace poco resolví un pequeño conflicto que tuve con un amigo/compañero. No fue difícil, una vez que hablamos cara a cara se avanzó rápidamente. Lo estúpido es que habíamos perdido 10 meses de oportunidades de colaborar y de divertirnos.
¿Cómo había podido pasar esto? Los dos nos dedicamos al desarrollo de liderazgo y cambio organizacional. Enseñamos prácticas y procesos para resolver conflictos y, sin embargo, los dos hemos sido torpes para resolver el nuestro.
La verdad es que no me extraña. Cuando tenía 25 años gestioné una empresa en el campo de la moda femenina en Sydney en el que tenía que dirigir a 10 personas y coordinar el trabajo de un pequeño fabricante. Después, aquí en Madrid, en la etapa en que tenía una estructura más grande en mi consultora, tenía 25 personas a mi cargo entre “Office Manager”, secretarias, consultores y profesores. Cuando pienso en aquello recuerdo todos los errores que cometí. Al menos ahora esto me ayuda cuando trabajo con altos directivos, porque sé lo difícil que es dirigir gente. Mi propia experiencia me hace sentir que tengo una cierta autenticidad para hacer lo que hago, pero me hace también ser más humilde, porque sé que probablemente lo enseño mejor que lo hago.
Por lo tanto no me extraña que no fuera tan hábil, pero cuando veo con claridad que hemos perdido casi un año en algo que realmente deberíamos haber solucionado en un mes, quiero aclarar cómo puedo evitarlo en el futuro.
Tres claves para resolver conflictos
Hay tres cosas que hay que hacer:
- Conversar.
- Entender que la otra tiene perspectivas e intereses válidos.
- Controlar el orgullo.
Cuando digo conversar lo digo en el sentido que lo decía el filósofo inglés Theodore Zeldin, que en una verdadera conversación las dos partes entran dispuestas a salir algo cambiados. En mi último conflicto utilizamos una combinación de emails y silencio. El primero hace que el conflicto crezca y el segundo hace que no se resuelva. Hay que hablar cara a cara. Yo soy un gran fan de todas las redes sociales como sitios para generar dialogo, pero no son apropiadas para conflictos; hay que hablar cara a cara pero con un espíritu profundamente abierto. En nuestro caso el buen trabajo que habíamos realizado sobre nuestra relación durante los últimos años tuvo su efecto una vez que nos sentamos y hablamos. Estando dispuesto a cambiar, llegas a un verdadero diálogo rápidamente.
La segunda clave es a lo que el Presidente Obama hizo referencia en su brillante discurso en Filadelfia sobre el racismo. Dijo que quizás los negros se hacen las víctimas y quizás exageran, pero alguna queja válida tendrán. Y los blancos pobres, tendrán algún prejuicio y vivirán en el pasado, pero también alguna queja válida tendrán. El punto es hasta que los dos lados reconozcan esto es imposible avanzar. Esto es relevante para cualquier conflicto, si no lo reconoces nunca lo resolverás.
La tercera clave es controlar tu orgullo. Al final mi amigo y yo hemos reconocido que lo que realmente nos hizo perder un año fue el orgullo. Sin esto, los dos habríamos cogido el teléfono y nos habríamos llamado. Es válido observar a tus hijos y sentirte orgulloso por lo que hacen, pero el tipo de orgullo que no te permite conversar con otra persona no te sirve de nada.
Hay una cosa que tengo clara, la vida es demasiado corta para perder tiempo por cosas que al final no tienen importancia. ¡Que no me pase nunca más!
¿Qué cosas han funcionado para vosotros a la hora de resolver conflictos y avanzar?
Miguel Lucas // feb 2, 2011 at 14:57
Excelente tema, Douglas.
Hay una cosa que me has enseñado tú y que es una verdad como un templo: no hay una verdadera conversación si no estás dispuesto a cambiar (que se lo digan a nuestra clase política). Me ha ayudado mucho a desenmascarar falsas pretensiones personales de diálogo.
Por lo que se refiere a recetas propias para resolver diferencias, una que he utilizado y me ha funcionado bastante bien consiste en repasar mentalmente las cosas que la otra persona hace realmente bien, en las que puedo aprender de ella y situaciones en las que esta persona me ha ayudado. Me resulta muy útil de cara a adoptar una posición más humilde y ciertos brotes de gratitud que facilitan el entendimiento.
Douglas McEncroe // feb 2, 2011 at 15:11
Muchas gracias por tus comentarios Miguel. Me parece muy interesante tu receta. Muchas veces en las negociaciones los buenos negociadores, como parte de su proceso de preparación, intentan encontrar razones porque podrían respetar a la otra persona. En este tipo de situaciones, al final, la persona al otro lado de la mesa casi nunca es tu enemigo sino alguien con que podrías hacer cosas.
Vicente Gisbert // feb 4, 2011 at 12:54
Miguel, me ha gustado mucho tu receta, la pondré en práctica. Es un buen ejemplo de que para tener una comunicación eficaz debes trabajar fundamentalmente con tus propios pensamientos, que son los que desencadenan tus emociones, y desde ellas, tus comportamientos serán coherentes
Una pregunta Miguel: cómo lo haces cuando la persona en cuestión te cae realmente mal?
Comparto con vosotros una receta que utilizo cuando alguien tiene una reacción agresiva o desagradable hacia mí. En vez de enfadarme y responder con más agresividad me hago la pregunta: “qué habrá interpretado esta persona para reaccionar así?”, “qué información le falta?”, “qué recursos/habilidades le están faltando en este momento?”
Pensar así me ayuda a empatizar, incluso sentir compasión, en vez de sentirme atacado y responder cabreado
Quizás no es una receta para resolver conflictos, más bien para evitarlos o encauzarlos mejor
Qué os parece?